Un recorrido por El Salvador

En el noroeste de Centroamérica, El Salvador presume de ser uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en el planeta. La guerra civil que asoló el territorio durante casi veinte años aisló a El Salvador del mundo y contribuyó a mantener el país alejado de los circuitos turísticos que se desarrollaron en sus vecinos; Guatemala y México. Con la llegada de la paz, la tranquilidad ha vuelto a un estado pobre en infraestructuras, pero rico en gentes, ya que los salvadoreños son quizás el mayor atractivo de este país. Gentes amables y amigas de las visitas que siempre están dispuestos a charlas con los viajeros.

Pero El Salvador es mucho más. Esconde importantes ruinas mayas que se pueden disfrutar sin temor a aglomeraciones y multitud de paisajes impresionantes, como por ejemplo los cráteres de los numerosos volcanes inactivos que salpican la geografía salvadoreña.

En San Salvador, la capital, todo discurre con lentitud y con cierto caos. Por ello, para poder disfrutar de la visita, primero hay que armarse de paciencia. Los salvadoreños no están acostumbrados al ritmo de vida europeo, desconocen el fenómeno del turismo y no comprenden ni las quejas, ni las prisas.

En el corazón del Valle de las Hamacas, la capital del país cuenta con un poco menos de trescientos mil habitantes según las estadísticas de 2014 facilitadas por la ONU, aunque las cifras extraoficiales apuntan bastante más.

El recorrido por San Salvador puede comenzar por el Paseo del General Escalón, la calle más importante de la ciudad. Tiene su origen en el parque donde se levanta el famoso monumento dedicado al divino salvador del mundo, el patrón de la república.

Otro lugar de referencia en la ciudad es la plaza de Gerardo Barrios, célebre por las matanzas que tuvieron lugar durante los años de la guerra civil.  Hoy en día, la plaza rebosa vida, es el centro neurálgico de la ciudad y nudo de comunicaciones. En él, se dan cita a diario los salvadoreños para pasear, descansar, comprar, comer o disfrutar del ocio y la cultura.

En la misma plaza se encuentra el Palacio Nacional, construcción neoclásica de principios de siglo XX. También aquí, podéis ver la famosa Catedral Metropolitana, reconstruida varias veces a lo largo de sus doscientos años de historia. Detrás de la catedral, se alza la fachada neoclásica del Teatro Nacional.

La «zona rosa» es el barrio de los ricos, donde hay mansiones amuralladas y con agentes de seguridad armados hasta los dientes en las puertas. Se trata, sin duda, de la zona más segura, la más comercial y la que concentra los mejores restaurantes y discotecas. El Museo Nacional y el monumento a la Revolución se encuentran en esta zona.

A unos quinces kilómetros de la capital hay un pueblo que merece ser visitado: Panchimalco. La Iglesia de la Santa Cruz de Roma, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, es popularmente conocida como «El Chulo». El templo está protegido como un monumento artístico y entre sus tesoros cabe destacar sus espléndidos altares barrocos.

Os recomendamos visitar el lago Coatepeque, que es de origen volcánico, situado a 18 kilómetros al sur de la ciudad de Santa Ana, en el municipio de El Congo. El topónimo «coatepeque» significa “Cerro de Culebras” en lenguaje náhuatl.

Santa Tecla también es una ciudad que merece vuestro tiempo. Fue fundada a mediados del siglo XIX con el nombre de Nueva San Salvador, con el propósito de establecer allí la nueva capital de la República, ya que San Salvador había sufrido un terremoto en 1854. La arquitectura de esta ciudad tiene una clara diferenciación del tradicional estilo de la época de la colonización española. Un ejemplo se puede apreciar en la fachada del Palacio Municipal.

También podéis visitar La Unión, un pequeño municipio costero situado en la parte oriental de la República de El Salvador. En el mismo departamento se encuentra Conchagua, cuyo nombre es de origen lenca y significa «Valle estrecho».

¿A qué esperáis para visitar El Salvador?